En los últimos años, se ha observado una reconfiguración institucional en materia de atención a personas migrantes por parte del Estado mexicano. Tradicionalmente, esta labor era encabezada por el Instituto Nacional de Migración (INM); sin embargo, la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) ha asumido un papel cada vez más activo, especialmente a través de su red consular en el exterior.
Esta transformación no sólo refleja un esfuerzo por fortalecer la protección consular, sino que también muestra una creciente similitud operativa y funcional entre la SRE y el INM, en particular en procesos como la repatriación de mexicanos desde Estados Unidos.
El INM, en coordinación con diversas dependencias federales, ha estructurado el proceso de repatriación en tres etapas fundamentales: Salida, Recepción y Reintegración. En esta dinámica, la SRE desempeña un papel crucial en la primera etapa, Salida, mediante sus consulados en los Estados Unidos, brindando asesoría, gestión documental y apoyo logístico a connacionales en situación de vulnerabilidad o emergencia que solicitan retornar voluntariamente a México.
Esta colaboración y solapamiento de funciones entre la SRE y el INM no implica duplicidad, sino una complementariedad estratégica que responde a la complejidad creciente del fenómeno migratorio. La participación de la SRE, especialmente en los consulados, no solo apoya la repatriación inmediata, sino que se alinea con los objetivos del INM de reintegrar a las personas repatriadas al desarrollo nacional.
La SRE se ha convertido en una instancia clave en la gestión integral de la migración, trabajando con el INM para a las personas mexicanas.