Este trabajo parte de una premisa crítica: la ciudadanía liberal, en sus versiones estatal y global, fue construida sobre la exclusión de las mujeres y de los sujetxs feminizadxs. Una de sus expresiones más brutales es el feminicidio, que no solo niega la ciudadanía, sino también la humanidad de quienes encarnan esa exclusión
A partir de un recorrido teórico, se analiza el feminicidio como una frontera política que delimita qué vidas merecen ser protegidas y cuáles pueden ser borradas sin consecuencias. Esta frontera evidencia la distancia entre los marcos normativos internacionales y las condiciones materiales de vida en contextos atravesados por la impunidad y la violencia patriarcal sistemática.
El trabajo también aborda las limitaciones del multilateralismo tradicional, cuestionando su eficacia ante esta realidad, y propone ampliar la noción de cooperación más allá de las instituciones formales. Se plantea la necesidad de reconocer las prácticas insurgentes de los feminismos latinoamericanos como formas legítimas de producción política y ética, sin caer en lógicas extractivistas o apropiaciones de sus luchas.
Desde esta perspectiva, se exploran las reconfiguraciones feministas de la ciudadanía como apuestas colectivas ancladas en el cuerpo, la memoria y la resistencia, frente a un orden que sigue negando su derecho a existir.