Cómo evaluar las huellas que dos grandes calamidades, una vez terminadas, habrán dejado en la migración internacional. La primera de ellas, la pandemia, la segunda, la guerra ruso-ucraniana; amenazas -una y otra- que han espoleado de la misma forma tanto a la población de países desarrollados, como a la de aquellos en vías de desarrollo.
Lo cierto es que, los datos económicos del 2022 muestran un detrimento de la situación debido a, por un lado, la COVID-19, que no acaba de ceder, al tiempo que los retos mundiales se agolpan -entre conflictos y condiciones climáticas adversas-; y, por si no fuera suficiente, la guerra entre Rusia y Ucrania -dos países clave en la producción de alimentos- en un momento en el que más de 800 millones de personas padecen hambre y tres mil millones más están privadas del acceso a dietas saludables.
Como consecuencia del conflicto, las restricciones a las exportaciones de Rusia, primer país exportador de nitrógeno, segundo de potasio y tercero de fósforo en el mundo. clave todos en la producción de fertilizantes, han agravado la situación al poner en peligro la reserva de alimentos a lo largo de este 2023 así como del 2024.
Y si bien durante la pandemia de COVID-19 el número de migrantes internacionales disminuyó, la crisis de Ucrania ha alterado esa propensión. Es presumible que el número de migrantes internacionales y refugiados, incluidas las personas que han huido de Ucrania, haya alcanzado una cifra cercana a los 286 millones en 2022.